martes, 26 de enero de 2016

Empezar de cero

Empezar de cero. ¿Quién no se ha planteado muchas veces volver a empezar? 

Empezar de cero es plantearse una nueva etapa, una nueva forma de hacer las cosas, reinventarnos a nosotros mismos y rediseñar todo lo que hemos hecho hasta el momento. Empezar de nuevo, implica provocar una ruptura con una parte de nosotros mismos o de nuestra vida.

Hay personas que afrontan los cambios de una manera más serena,mientras que otras son más reacias a ellos. Si nos adaptamos al cambio, si empezamos de cero,es para sobrevivir. Generalmente, los cambios implican romper con aquello que estaba establecido y no es cómodo tener que adaptarse una y otra vez sobre todo cuando estamos acostumbrados a algo.


Empezar de cero no significa tirar todo a la basura, ni escribir una hoja en blanco. Partimos de una base y siempre podemos empezar a escribir a partir de un párrafo escrito. Con la entrada de un nuevo año, nos marcamos propósitos con la intención de apartar aquello que no nos gusta de nuestras vidas. 

Con solo un cambio numérico en el calendario, tenemos la esperanza de cumplir todo lo que nos hemos propuesto, ante un aparente cambio de actitud que ha surgido entre el último segundo del año y el primero del año que entra. Acabamos utilizando los años nuevos como razones. 

¿Acabamos cumpliendo algo de lo que nos hemos propuesto? No es malo querer cambiar todo aquello que no nos gusta de nuestras vidas, pero hay que recordar que nuestra felicidad depende de nuestro amor propio,de nuestras acciones, no de un día en el calendario.

viernes, 8 de enero de 2016

La generación que pedía permiso a los padres; y pide permiso a los hijos

Me encontré con este escrito y me llamó tremendamente la atención, ya aviso que no es mío (abajo dejaré el autor y la referencia a la fuente) pero si lo he incluido en el blog ha sido porque puede hacernos reflexionar. Ya aviso que si estoy espeso de ideas y veo algo que a mi juicio, merezca la pena compartir, lo traeré pese a no ser de mi cosecha.

Siempre se ha dicho que cuando se mire al pasado, solo debe hacerse para extraer lecciones de la experiencia, y la diferencia de generaciones está muy involucrada hasta tal punto de chocar y ser irreconciliables, en apariencia.

Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela. Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados a la Internet. No se ocupan de que su ropa esté limpia y mucho menos ponen un dedo en nada que tenga que ver con 'arreglar algo en el hogar'. 
Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles 'defectos' a sus padres, a los cuales acusan a diario de “sus traumas”. No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo. Hay que darles su 'semana' o mesada, de la que se quejan a diario porque -'eso no me alcanza'-. Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresarán con un embarazo, cayéndose de borrachos o habiendo fumado un churro de marihuana.  
 Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez más, pues aún el dí a en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles. Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que conforman a la ya tristemente célebre Generación de los NINI’S, que ni estudian ni trabajan, ó estudian y trabajan con todo el pesar.  
 ¿En qué estamos fallando? Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado era que se levantaban de madrugada a ordeñar las vacas con el abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevaban al taller de costura la ropa que elaboraba nuestra madre o tenían un pequeño salario en la iglesia en donde ayudaban a oficiar la misa cada madrugada.  
Lo que le pasó a nuestra generación es que nosotros mismos “elaboramos un discurso” que no dio resultado: '¡Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pasé!'. Usted por que tiene lo que tiene…? Pues por que le costó su esfuerzo… muchos sacrificios, y así es que aprendimos a valorar los esfuerzos de nuestros padres al ”ver y compartir” su esfuerzo, en lugar de “ocultarlo” y aparentar que todo es “color de rosa” en la vida. Sin embargo, nosotros acostumbramos a nuestros hijos a recibir todo por obligación.  
 Nuestros hijos nunca han conocido la escasez en su exacta dimensión, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya han ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El 'dame' y el 'cómprame' siempre son generosamente complacidos y ellos se han convertido en habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, DVD, Equipo de sonido, Internet y comer en la cama, Recogerle el reguero que dejan por que siempre se les hace tarde para salir, etc…) y luego pretendemos que nuestra casa sea un hogar… o exigimos o preguntamos, por que nuestros hijos se aíslan, no comparten con nosotros, ya que cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar.  
 Quien les suministró todo eso a nuestros hijos…NOSOTROS MISMOS, SOLITOS Y SABIENDO QUE NO ESTABA BIEN. Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa 'se les aprieta' en su nueva vida. Los que tienen hijos pequeños, pónganlos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos… a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus mentes entre trabajo y bienestar. Víktor Frankl dice que “lo que hace falta es educar en el amor al trabajo (creativo)”. La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y ellos se aprovechan de nuestra supuesta des-información para salirse con la suya; ya que ahora los patos le tiran a las escopetas, pues ahora somos padres ignorantes con hijos informados –mal- pero con información al cabo. Será cierto que: 

“Somos la generación que pedía permiso a los padres; y pide permiso a los hijos...?”  
 Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domésticas maestros, y en un medio ambiente cada vez más deformante y supuestamente por nuestro cargo de conciencia de no tener mucho tiempo con ellos, subsanarlo con cosas materiales. NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR.

Fuente: Sandrino de la Selva, ¿Estamos criando vagos?